25 oct 2011

Aurora Rodríguez Carballeira


La mañana del sábado 9 de junio de 1933, Aurora Rodríguez Carballeira se acercó al dormitorio de su hija donde ella dormía y se detuvo en frente de ella durante unos segundos para observarla. Seguidamente con la frialdad de un asesino sin escrúpulos le disparó dos veces en la cabeza, otra en el corazón y la última en el pecho. Cuatro disparos hicieron falta para asegurarse de que su hija estaba muerta. Terminado su “proyecto” se dirigió a la comisaría donde se entregó.

Aurora Rodríguez Carballeira era la tercera hija de un matrimonio acomodado. Apenas estudio durante su juventud. Sin embargo cuando se quedó sola en casa comenzó una carrera cultural sin precedentes. Durante un periodo de su vida vivió con su hermana que había sido madre soltera. Crió al niño de esta como si fuera suyo. Le enseñó a tocar el piano y llegó a convertirse en el “Mozart español”, el celebre Pepito Arriola. Sin embargo, su hermana se llevó al niño y ella se sintió sola. Fue entonces cuando decidió tener un hijo. Eligió a un hombre, un marino de 35 años con el que tuvo unos “20 encuentros” hasta cerciorarse de quedar embarazada. Cuando esto ocurrió abandonó al marino. Durante la gestación se sometió a una dieta nutritiva rigurosa, a ejercicios calisténicos y ponía el reloj despertador a cada hora para cambiar de postura mientras dormía, para no perturbar el desarrollo del feto.

A su hija la llamó Hildegart. A los tres años sabe leer, a los diez habla alemán, inglés y francés. Concebida como experiencia científica, la niña carece de infancia. Se dedica al estudio constante, con dos temas prioritarios: la filosofía racionalista y todo lo relacionado con el sexo. Su madre piensa que es la única forma de que no caiga en la trampa que esteriliza el talento de muchas mujeres. A los 13 años acaba el Bachillerato, a los 17 se licencia en Derecho y comienza la carrera de Medicina. Alcanza prestigio internacional en el campo de la sexología y siente ansias de independencia y libertad, por lo que se enfrenta a su madre. Hildegart era una chica “poco agraciada”, pero pronto comenzó a arreglarse, a vestirse elegante y fue entonces cuando los hombres ya no solo la veían como una chica inteligente sino como una chica atractiva. Empezó a salir con hombres, a cartearse con ellos y a salir del hogar familiar. A su madre todo esto no le gustaba, estaba viendo que su hija se estaba apartando de su “proyecto” la amenazó con suicidarse sino cambiaba, pero Hildegart no le hizo caso. Aurora Rodríguez fue condenada a 26 años, ocho meses y un día de prisión. Pero no cumplió su castigo: la mañana del 18 de julio de 1936 desapareció de la cárcel (se ignora si se fugó o la liberaron), y no volvió a saberse nada más de ella.

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