14 feb 2013

Karen Severson y Laura Doyle



Karen Severson y Missy Avila vivían en la misma calle en Arleta, California, una comunidad suburbana ubicada en el Valle de San Fernando. Se conocieron cuando tenían ocho años de edad y crecieron juntas. Las dos niñas, a quienes unía una gran amistad, eran distintas en muchos sentidos. Karen llegó a ser una adolescente obesa, mientras que Missy, cuya estatura no superaba los 1,5 metros, tenía una pequeña figura y un hermoso rostro saludable. A Missy le iba bien en la escuela. Karen reprobaba. 

En cuanto a los chicos, Missy podía escoger. A la edad de 17 años ya había tenido varios novios. Karen había tenido pocos novios y envidiaba la popularidad de Missy. Cuando logró conquistar a uno de los chicos de la localidad, quedó embarazada. Abandonó los estudios y dio a luz a una niña. 

Decidió quedarse con la pequeña, pese a que el papá negaba cualquier responsabilidad. Durante todo este turbulento período, la buena amiga de Karen, Missy, estuvo constantemente a su lado, ofreciéndole apoyo y compañía, mientras que los demás no eran tan bondadosos con ella. 

 El primero de octubre de 1985, Missy salió de casa con una amiga, Laura Doyle. Le dijo a su madre que querían ir en auto hasta Stonehurst Park. Las muchachas salieron muy animadas, riendo y bromeando. Alrededor de las seis, Laura llamó a la casa de los Avila y preguntó por Missy. Se sorprendió cuando le dijeron que Missy no había regresado. De hecho, la señora Avila pensaba que su hija aún estaba con Laura. Ella le explicó que habían conducido a Stonehurst Park, donde Missy había visto a tres jóvenes que dijo conocer; los chicos estaban en un Camaro azul. Laura la dejó y aprovechó la oportunidad para ir a llenar el tanque de gasolina en una estación cercana. 

Cuando regresó, Missy se había ido. Laura se sintió un poco decepcionada, pero pensó que Missy, simplemente, se había ido con sus amigos. También le indicó a la señora Avila que ella no conocía a los muchachos; le pidió que le dijera a Missy que la llamara cuando volviera a casa. Missy nunca regresó a casa esa tarde ni ninguna otra. La señora Avila notificó la desaparición de su hija a la policía. Durante tres días, los amigos y familiares de Missy buscaron frenéticamente en sus mentes cualquier pista que ayudara a la policía a encontrar a la desaparecida joven. Laura no tenía idea de cómo era el aspecto de los jóvenes y, pese a repetidos interrogatorios, sólo pudo decir que el auto era un Camaro azul. No recordaba el número de la matrícula. 

 El 4 de octubre, dos excursionistas que recorrían los bosques cercanos a la carretera Big Tujunga encontraron el cadáver de la diminuta Missy Avila en un arroyo de no más de 20 centímetros de profundidad. Un gran tronco había sido colocado sobre su espalda. Por el estado del rostro de la víctima, los detectives determinaron que su cabeza había sido presionada contra las piedritas que cubrían el fondo del riachuelo. El tronco probablemente fue puesto sobre el cuerpo para asegurar que la joven muriera. Comenzó la cacería de los tres muchachos del Camaro azul. 

Laura fue interrogada nuevamente, pero no pudo agregar nada a su declaración original. A la gran amiga de Missy, Karen, el asesinato le resultó particularmente difícil. Mientras las semanas se convertían en meses y no surgían pistas sobre el o los asesinos, Karen organizaba grupos de discusión entre los familiares y amigos de Missy en un esfuerzo por hurgar en sus recuerdos y encontrar alguna palabra o frase que Missy pudiera haber dicho que ayudara a resolver el enigma en torno a la chica. En varias ocasiones viajó por la carretera Big Tujunga hasta el lugar del asesinato para buscar pistas que la policía pudiera haber obviado. Karen también fue un consuelo para la familia Avila. Aconsejaba a la señora Avila y visitaba la tumba de Missy varias veces por semana. 

Durante un tiempo, Karen se mudó a la casa de los Avila. Lentamente, las personas allegadas a Missy siguieron adelante con sus vidas. Laura consiguió un empleo como dependienta en una panadería. Karen tomó un curso para ser cosmetóloga, pero el recuerdo de la muerte de su amiga siempre estaba presente en su mente. La tragedia se convirtió en una obsesión para ella. 

En una ocasión responsabilizó del asesinato a uno de los ex novios de Missy y consiguió que un grupo de amigos de la chica lo golpearan. El joven, quien recibió una terrible paliza, debió abandonar la zona por su seguridad. Otra amiga de Missy, Eva Chirumbolo, se mudó de Arleta a Las Vegas. Ella y su novio consiguieron trabajo y comenzaron una nueva vida, lejos de la atmósfera sombría que los había envuelto en California después de la muerte de Missy. Pero Eva se sentía perturbada por el asesinato sin resolver. A menudo tenía pesadillas sobre Missy. La verdad es que conocía los detalles de la muerte de Missy, pero temía por su propia vida. Los tres años posteriores a la tragedia no habían sido fáciles para Eva. Le atormentaba el remordimiento por el terrible secreto que guardaba. Cuando se enteró de que su hermano había cometido suicidio, la terrible noticia pareció tener un efecto catalizador. Eva Chirumbolo fue a la policía y contó su fantástica historia. Eva le dijo a los detectives que ella, Laura Doyle, Karen Severson y Missy habían ido por la carretera Big Tujunga en dos autos; Eva y Laura estaban en el auto que iba adelante, mientras que Missy y Karen se encontraban en el otro. 

 Una vez en las montañas, las muchachas salieron de los vehículos. Se acercaron a Missy y todo el resentimiento acumulado brotó. Karen le dijo a Missy que había sentido celos de ella toda su vida y, de hecho, la odiaba. Eva observaba mientras Laura le reprochaba a Missy por robarle sus novios. Missy lloraba, incapaz de comprender cómo sus amigas se habían puesto en su contra. Karen empujó a Missy al arroyo. Eva ya no pudo aguantar más y corrió de regreso a los autos. Mientras corría escuchó un grito espantoso y desesperado. Pocos momentos después, Karen fue con ella y le dijo que esperara. 

Regresó al río para ayudar a cubrir el cadáver de Missy con el tronco. Mientras descendían de la montaña, Laura le dijo a Eva que ella y Karen habían asesinado a Missy. Rió mientras le decía a Eva que había puesto fin a la vida de su amiga. Karen y Laura fueron arrestadas y acusadas del asesinato de Missy. La familia y los amigos de Missy no podían creer la noticia. Estas muchachas habían sido sus amigas más cercanas. La señora Avila se desmayó cuando le dijeron que Karen Severson, quien había sido su bastón de apoyo durante todos aquellos años, era sospechosa del asesinato de su hija. Después de ser arrestadas, las dos muchachas confesaron haber asesinado a Missy. 

Cada una intentó disminuir su participación, por lo que no se sabe quién mantuvo la cabeza de Missy debajo del agua. Las fotografías del cadáver indicaban que ambas jóvenes estaban involucradas; una agarró los pies de Missy, mientras que la otra sostuvo su cabeza. Laura Doyle y Karen Severson fueron encontradas culpables de homicidio no premeditado. Las dos fueron sentenciadas a cadena perpetua con un mínimo de 15 años de cárcel

5 comentarios:

  1. Malditas viejas las debieron quemar vivas por envidiosas resentidas y asesinas.

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  2. Y pensar que libres ya están y Karen Severson escribió un libro donde relata el crimen. Que horror.

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  3. Y pensar que libres ya están y Karen Severson escribió un libro donde relata el crimen. Que horror.

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