17 mar 2014

Hèléne Jégado


Hèléne Jégado nació en un pequeño pueblecito cercano a Lorient (en la Bretaña francesa) en el año 1803. En 1810, cuando tenía 7 años, su madre falleció de tuberculosis, y su padre la envió a vivir con sus tías. Ellas trabajaban en la casa de un clérigo en Burbry, y Hèléne comenzó a aprender los rudimentos del servicio doméstico.

Poco se sabe hasta ella hasta el año 1833, cuando entró a trabajar como cocinera en la casa de François Le Drogo, un sacerdote que vivía con su familia en Guern. Entre el 28 de Junio y el 3 de Octubre de ese año, en aquella casa murieron repentinamente siete miembros de la familia, incluyendo al propio François y una hermana que se encontraba de visita en aquella época. A pesar del misterio que envolvía estas muertes, nadie sospechó de Hèléne, pues se mostraba muy compungida. Además, el año precedente había tenido lugar una epidemia de cólera, con lo que las muertes se achacaron a ésto. Poco después, su hermana falleció, y ella fue a ocupar su lugar como asistenta; fue incluso una suerte para ella, puesto que ya que el sacerdote para el que trabajaba acababa de morir, su despido era inminente.

Mientras trabajaba sustituyendo a su hermana, murieron tres personas de aquella casa. Otra vez en la calle, encontró trabajo en la casa de una costurera. Marie-Jeanne Leboucher, la costurera, falleció poco después de la llegada de Hèléne a su casa, así como su hija. El hijo se puso muy enfermo, pero sobrevivió. Apiadada por su pérdida de trabajo, una viuda le ofreció ir a su casa. La viuda falleció la noche que Hèléne llegó tras cenar sopa.

En el año 1835 llegó a un convento a trabajar, pero fue rápidamente despedida por unos episodios de sacrilegio y por varios hurtos. Siguió trabajando como interna en varios lugares más, sitios en los que a menudo la gente enfermaba o moría, muchas veces con síntomas similares al envenenamiento por arsénico. Como en esa época no le fue encontrado en su poder, seguía libre.

A partir de 1841, y hasta 1849 no hay registro de muertes sospechosas en donde trabajó, aunque más tarde gente que la empleó notificó su cleptomanía, ya que al parecer fue sorprendida varias veces.

En 1850 llegó a Rennes, y consiguió trabajo en casa de un profesor de derecho de la universidad de esa ciudad, Théophile Bidard. Al poco de llegar, una de las criadas, Rose Tessier, enfermó y falleció al poco tiempo. En 1851 Rosalie Sarrazin, otra criada, siguió el mismo camino. Dos médicos intentaron recuperarla en vano, pero consiguieron permiso de la familia para hacerle una autopsia; presentaba los mismos y extraños síntomas que Rose. Hèléne se convirtió en sospechosa al proclamar su inocencia antes de que nadie le hubiese dicho nada. Théophile llamó inmediatamente a la policía, que se la llevó arrestada. El 6 de Diciembre de 1851 fue llevada ante el juez. Se consiguió desenterrar a varias personas susceptibles de haber sido asesinadas por ella para hacer la autopsia, y en todos los casos dieron positivo en arsénico y antimonio.

Debido a las limitaciones de la época, se la acusó formalmente de tres asesinatos, tres intentos y numerosos robos. Cuando el juicio comenzó su comportamiento sorprendió a propios y extraños; a veces hablaba en murmullos y otras a gritos, se mostraba muy sumisa en ocasiones y otras veces intentaba agredir a sus acusadores. Alegaba no saber lo que era el arsénico, y sin embargo en la sala sólo se había pronunciado la palabra “veneno”. Su abogado defensor alegó que era mejor no condenarla a muerte porque moriría pronto de cáncer, pero no fue escuchado. Hèléne Jégado fue ejecutada en la guillotina el 26 de Febrero de 1852 ante una gran multitud.


Se cree que es la responsable de al menos 36 envenenamientos entre 1833 y 1851.

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