25 mar 2016

Martha Marek


Martha Lowenstein, nacida alrededor de 1904, era una niña inclusera adoptada por un matrimonio pobre de Viena. Su padre había emigrado a América y no volvió a oírse de él. A los quince años consiguió un empleo como dependienta de una tienda de modas de Kirtnerstrasse.
Un día de 1919, Moritz Fritsch, hombre maduro y de gran fortuna, propietario de unos grandes almacenes de Viena, habló con ella unos momentos e, inesperadamente, la ofreció encargarse de su tutela y educación.
Martha, entonces una muchacha muy atractiva y aficionada a vestir bien, aceptó encantada. Poco después se había convertido en la amante de Fritsch, quien la envió a un colegio inglés para que recibiera cierta cultura y a pasar varias vacaciones en Francia. Se encariñó de tal modo con ella que alteró su testamento, dejándola heredera de su lujosa residencia de Modling.

Un año después (exactamente a los cinco de haberse encargado de la tutela de Martha), Fritsch murió a la edad de 74 años. Sus parientes, especialmente su antigua esposa, despechados porque hubiese dejado una parte de su fortuna a la muchacha, reclamaron la exhumación del cadáver, sin éxito.

Unos meses más tarde, Martha contraía matrimonio con un joven estudiante de ingeniería, Emil Marek, con el que mantenía relaciones amorosas desde algún tiempo antes de morir su protector.

Martha Marek llevaba una vida de lujos extravagantes y pronto se encontró sin dinero y cargada de deudas. El matrimonio determinó entonces llevar a la práctica un plan casi increíble para hacerse con una importante suma: Marek aseguraría su vida contra accidentes y poco después sufriría uno importante.

La compañía aseguradora pidió informes del muchacho, averiguando que era honrado y trabajador y que el Gobierno estaba muy interesado en un proyecto que había preparado sobre la electrificación de Burgenland. Finalmente, sin tener conocimiento del estado financiero de su esposa, decidieron asegurarle por tan importante cantidad.

Poco después sucedía el accidente; aparentemente, cuando se ocupaba en cortar un árbol con un hacha muy afilada se hirió en la pierna, de tal forma que tuvieron que amputársela por la rodilla. El doctor que examinó la herida encontró en ella tres cortes diferentes, lo cual negaba la posibilidad de que se tratase de un accidente.

La policía llegó a la conclusión de que su esposa había sido la autora del hecho con su consentimiento. Ambos fueron acusados de fraude.

Frau Marek, entonces, sobornó a un enfermero del hospital en que había sido atendido su esposo para que declarase haber visto al doctor extendiendo la herida; la noticia fue publicada en la prensa y causó gran impresión.

Pero la policía logró obtener del enfermero la confesión de que había sido sobornado. Poco después el matrimonio era juzgado y condenado a cuatro meses de cárcel, aceptando de la compañía una liquidación de 3.000 libras, que emplearon casi totalmente en cubrir los gastos ocasionados por el juicio.

Los años siguientes fueron desgraciados para los Marek, que vendieron su casa y se trasladaron a Argelia, donde Emile instaló un negocio que pronto fracasó. Allí tuvieron dos hijos. En la miseria, regresaron a Viena, dedicándose Martha a vender verduras en un puesto callejero de uno de los barrios más pobres de la ciudad.

En julio de 1932, Emil Marek murió de tuberculosis. Ni su fallecimiento ni el de su hija, que sobrevino un mes más tarde, despertó ninguna sospecha.

Martha se convirtió entonces en la dama de compañía de una anciana pariente, frau Susanne Lowenstein, que vivía en Kuppelweisergasse.

Por entonces tenía poco más de 30 años y era todavía muy atractiva. Al poco tiempo frau Lowenstein fallecía con síntomas similares a los de Marek -calambres en las piernas y dificultades para tragar- y Martha heredaba su dinero, que tardó poco en gastar.

Para poder vivir, alquiló unas habitaciones a un agente de seguros, herr Neuman, y a una tal frau Kittenberger, que murió poco después dejando a Martha la cantidad de 300 libras.

Hacia 1937, frau Marek decidió llevar a la práctica un nuevo fraude; durante la noche hizo sacar de la casa todos los cuadros que había asegurado previamente y al día siguiente declaró haber sido víctima de un robo. La policía descubría la verdad y no obtuvo dinero alguno de la compañía.

Mientras tanto, el hijo de frau Kittenberger comenzó a sospechar que su madre había sido envenenada e hizo exhumar el cadáver, en el que se halló una dosis de un compuesto de talio.

Como consecuencia, se llevó a cabo la autopsia de los cuerpos de Marek, Ingeborg Marek (la hija del matrimonio) y frau Lowenstein, obteniéndose el mismo resultado. La policía averiguó que Martha había adquirido el veneno en una farmacia de Florisdoff.

Fue localizada por su hijo que, interno en una escuela de Hitzing, se hallaba gravemente enfermo; su madre le visitaba frecuentemente, llevándole comida preparada por ella. Fue arrestada a tiempo de que su hijo pudiese salvarse.


Con el advenimiento de Hitler se había instaurado de nuevo en Austria la pena de muerte; Martha Marek fue decapitada el 6 de diciembre de 1938.

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